sábado, 28 de enero de 2017

Vallas de Sangre

Ricardo Garanda

Necesitamos mezclar nuestras sangres
como siempre,
que nuestros leucocitos
conozcan otros datos
de otras gentes,
otras historias mal contadas,
otras vidas mal vividas,
pesadillas del tiempo infinito.



Pero ahora nuestras venas
de herencias aleatorias
parecen llenas
y no queremos la vuestra
ni nos interesa vuestra historia.

Preferimos dejarla verter
en la tierra,
empapada de arterias
la arcilla de la guerra.
O que se diluya en el agua salada
de las voraces mares
de destino incierto,
y entre arcilla y agua
cuerpos de barro cubiertos,
o sea, nada.

Y ésas tierras del barro rojo
se llenan de vallas
en ciudades, en desiertos,
trazando la raya
para que no muera el muerto
en tierra nuestra,
para que jamás
viva el muerto
en nuestra tierra.
Siguen creciendo así las vallas
y muriendo todo lo demás.

Me duele esa sangre
de roja muerte
y esa tumba de negra vida,
esa arcilla revuelta de fusiles
y ese agua salada de sudores.
Me duele el destino
de las almas heridas,
y con ese dolor
siento que cerramos el camino
de sus vidas.

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